(«La República», 9/12/1985)
Inteligencia: Racismo derrotado
Escribe Modesto Montoya
Dos de los prejuicios en que se ha basado tradicionalmente el racismo, son el supuesto carácter hereditario y la superioridad de determinadas razas, en lo que concierne a la inteligencia. El debate -ampliamente superado a nivel científico- vuelve a la actualidad debido a la agravación de los eventos raciales de Sudáfrica y la creciente influencia, en Francia, del partido de ultraderecha Frente Nacional, que agita banderas racistas.
En el debate se hace recordar que en el pasado se creía que los blancos eran más inteligentes que los negros; o que un hijo de empresario era más inteligente que el de un obrero. Estas falacias eran profusamente divulgadas por los sectores dominantes, interesados en mantener el orden social reinante.
El carácter multirracial de Estados Unidos influyó que en este país se desarrollen muy rápidamente los debates respecto al racismo. Se pensó que la inteligencia podía medirse con el famoso coeficiente intelectual (CI). El CI no era más que una prueba que medía el grado de asimilación de una persona a la cultura norteamericana. Con la prueba del CI, aplicada en todo el mundo, creyó demostrarse que los norteamericanos eran los más inteligentes de la Tierra y que dentro de Estados Unidos los blancos eran más inteligentes que los negros. Además, por el supuesto carácter hereditario, esta situación sería perenne. William Shockley, inventor del transistor y premio Nóbel llegó hasta sugerir la esterilización de los negros que obtenían un CI muy bajo.
Las investigaciones más serias sobre el asunto y la experiencia del tiempo, echó por tierra todas esas falsedades. Usando el mismo método se ha mostrado, por ejemplo, que los japoneses tienen un CI más alto que los norteamericanos y que ese CI sigue aumentando desde la Segunda Guerra Mundial en los niños japoneses. La explicación es que los japoneses han adoptado la cultura occidental y se esfuerzan por dominarla mejor que todos, debido a la competencia científico-tecnológico-comercial. El mito de la superioridad norteamericana caía estrepitosamente.
Por otro lado, en EE.UU. se ha mostrado que los niños negros, adoptados por familias de blancos, obtenían un CI ligeramente superior al de los niños blancos; mientras que en promedio son los blancos los que obtienen un CI superior. Así quedó demostrado que el medio en el que se vive influye en el CI. En Francia, Michel Schiff ha realizado un estudio que mostró que un hijo de obrero, adoptado por una familia de intelectuales tiene las aptitudes intelectuales de los hijos de intelectuales. Así cae el mito del carácter hereditario de la inteligencia.
Hoy en día, el concepto mismo de inteligencia resulta complejo e incomprensible. ¡Cómo podría medirse algo que no se comprende!? Las investigaciones sobre los múltiples aspectos de la inteligencia se han acelerado. Con el avance de las computadoras y de las teorías informáticas, se está tratando de desarrollar la inteligencia artificial. Pero ¿qué lejos se encuentran los científicos de poder simular los fenómenos de la inteligencia humana?
Es cierto que se ha logrado progresos fabulosos en las neurociencias, electrofisiología,
biología molecular, morfología, inmunología, entre otras. Hoy se sabe que en los sistemas
nerviosos de todos los seres vivientes son las mismas moléculas químicas las que
transportan la información elemental. La diferencia entre las especies es la manera de
tratar la información.
Lo que también está claro es que las condiciones de vida de los niños influyen en las
condiciones intelectuales con que contarán en su edad adulta. Por ello es que son
alarmantes las condiciones de vida de los niños de nuestro país. Mantenerlos en el estado
actual -en el límite de la supervivencia- es asegurar un futuro sombrío para el país.
Mejorar dicho estado, significa dar chance a las nuevas generaciones de construir una
Nación con infinitas posibilidades.
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