Los científicos de los 80s tuvieron que iniciarse en la divulgación de sus conocimientos y de la realidad hostil en la que sobrevivieron. Esta nota corresponde a lo que pasaba entonces en el IPEN de 1984.
Crisis en el desarrollo nuclear del Perú.
Diario La República, 4 de octubre de 1984
Escribe Modesto Montoya
La primera idea que surge en la opinión pública, cuando se escucha la palabra “nuclear”, es sobre las armas nucleares y luego sobre las plantas núcleo – eléctricas. En el Perú, por los tratados firmados, se excluyen las armas nucleares. En cuanto a las plantas núcleo – eléctricas, recién se ha terminado el estudio de prefactibilidad, necesitándose por lo menos unos veinte años para el posible funcionamiento de una de ellas. Lo que actualmente se realiza, y que a corto y mediano plazo se acentuará, es el desarrollo de las aplicaciones nucleares en la minería, petróleo, medicina, agricultura, industria y ciencias (biología, física, química, etc).
El desarrollo de las aplicaciones de la energía nuclear en el país es promovido, ejecutado, coordinado y controlado por el Instituto Peruano de Energía Nuclear (IPEN), en virtud de su Ley Orgánica, la que, asimismo, lo considera como organismo descentralizado del sector Energía y Minas. Sin embargo, el IPEN atraviesa por una grave crisis institucional, tal como se desprende de las cartas abiertas del 9 y 30 de septiembre dirigidas al presidente de la República, al ministro de Energía y Minas, al ministro de Economía y Finanzas, y a la opinión pública, por los trabajadores del IPEN. Esa crisis ha producido la renuncia de 74 profesionales y técnicos especializados en función de las necesidades exclusivas de la marcha y funcionamiento del Centro Nuclear de Investigaciones del Perú (CNIP), corriéndose el riesgo de desperdiciar los 98 millones de dólares que ha costado su construcción y la oportunidad de contar con un polo de desarrollo científico – tecnológico en el país. Uno de los elementos más visibles de la crisis es la situación salarial. Por ejemplo, un Ph.D. en ingeniería nuclear graduado en los E.E.U.U. percibe s/.700.000 (175 dólares) mensuales y un técnico especializado en Argentina gana s/.360.000 (90 dólares) mensuales.
Para comprender los orígenes de la crisis del IPEN, primero debe analizarse sus características estructurales. Así se nota que en el IPEN un directorio contrario a lo que sucede en otras instituciones similares, recayendo la responzabilidad de las decisiones en la sola persona del presidente. Más Aún, para el cargo de director ejecutivo se requiere por sus funciones, sólo una capacidad administrativa, que no es suficiente para reemplazar al presidente en caso de ausencia, como ha sucedido hasta ahora.
Otro elemento que ha influido en la crisis es la falta de la evaluación del personal dentro de una carrera que incentive la creatividad e iniciativa. La categorización actual y la falta de bonificación por alta especialización desfavorece a aquellos que deseen alcanzar un elevado conocimiento de la ciencia y la técnica y no pretenda cargos directivos que requieren gran parte de trabajo administrativo.
Un aspecto importante de la problemática del IPEN es, además, la burocratización que le impide brindar servicios competitivos, privandolo de recursos propios. Un ejemplo es el servicio de dosimetría, el que ha sido delegado a una empresa privado.
La composición heterogenia del personal, que en una parte proviene de las instituciones armadas, no corresponde a la estructura orgánica del IPEN, que es una institución científica. Según los trabajadores del IPEN, esa composición, y el hecho de que los cargos más elevados (Presidencia y dirección ejecutiva) son desempeñados por elementos de una institución armada, han producido el claro favoritismo en el número de becas y de participación en el extranjero, así como en los viáticos correspondientes. Es tambien un hecho que los puestos claves en el desarrollo nuclear han sido otorgados al personal de la institución a la que pertenecen el presidente y el director ejecutivo. Por otro lado, la diferencia en los regímenes salariales y otras ventajas correspondientes al personal militar y el personal civil produce una diferente preocupación por los niveles salariales en el IPEN. Otro punto, no menos importante, es la diferencia entre el concepto que tiene el personal civil y el concepto que tiene, en general, el personal militar sobre los patrones en de comportamiento. Estos aspectos parecen inspirar a los trabajadores para que su última carta sea titulada “Verticalismo y bajos sueldos son contrarios al desarrollo nuclear”.
Finalmente, debe llamarse la atención del gobierno para que defina claramente los objetivos del desarrollo nuclear del país y dotar al IPEN de los recursos para alcanzar dichos objetivos. En cuanto a los recursos, debe tomarse en cuenta que los servicios que brinda e intensificará el IPEN puede beneficiar a otros sectores que deberían, por consiguiente, prestar el apoyo necesario. Por otro lado, el gobierno debe dotar al IPEN de una ley orgánica que lo regule y permita el desarrollo nuclear, coherente con los objetivos señalados, con la expectativa creada en los técnicos, profesionales y científicos y con la inversión realizada por el Estado en un sector que puede ser decisivo para el despegue tecnológico en el Perú
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