En la sierra de La Libertad, acompañadas de su perro pastor, las pastorcitas cuidan sus ovejas de sol a sol. De cada dos corderos que nacen, uno será para ella. Se alimentan de papas, trigo, ollucos, mashuas, habas, arvejas y huevos de gallina. El gran día es cuando le traen una presa de cuy, que alcanza del cumpleaños de algún familiar. Algunas deciden partir a Trujillo para estudiar o trabajar. Pasados los años, reconocerán que sus mejores años los pasaron en las alturas.
