Dónde está la escuela de un pueblo inteligente…

En la plaza principal, mi escuela yacía,
guardiana de saberes y de historias día tras día.
Su corazón verde, el jardín principal,
era un lienzo vivo, un espíritu vital.

Nos entregaron un legado, una misión especial,
cuidar de este edén, en un acto ritual.
Cada alma, un guardián, de una parcela, un hogar,
en este mosaico verde, donde aprendimos a amar.

A mí me tocó el honor, un destino sin igual,
la parcela donde el rosal, se alzaba majestual.
Sus pétalos, como sueños, delicados al tacto,
eran testigos del esfuerzo, del más mínimo acto.

Cada espina, una lección, de la vida un reflejo,
mostrando que tras el dolor, hay belleza y deseo.
Riego sus raíces con cuidado, con amor y con respeto,
sabiendo que cada gota, es promesa de un secreto.

Bajo el sol, bajo la lluvia, el rosal y yo crecimos,
en el jardín de la escuela, donde los sueños elegimos.
Porque aquel pedazo de tierra, donde el rosal se alzaba,
era el espejo de nuestras almas, en él, todo comenzaba.

Felices los niños de un pueblo inteligente
cuyas escuelas son la principal esperanza.
La nación tendrá en ellas plena confianza
de ver un futuro, realmente, muy diferente.

Modesto Montoya, con asistencia del ChatGPT
7 de abril 2024

Un comentario

  1. Si he regado las plantas y las flores desde niño, en mi escuela y en los campos de cultivo de papa conda; actualmente, en las plantas en maseteros en mi domicilio

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