Clarita, la madre que vive en mi corazón

Clarita me enseñó que nuestras raíces están en los campos donde se ha sembrado y cultivado los frutos que nos permiten vivir, amar y soñar.

Me guiaba en los campos donde colectábamos frutas silvestres, en especial de las dulces tunas. También me inculcó el respeto por los nidos de aves y de conejos silvestres, así como el respeto por las personas especiales.

Aún escucho las canciones andinas que las interpretaba con mucho sentimiento.

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