Enlace del inmerecido homenaje por parte del Diario «El Comercio»
A las seis de la mañana, vio maravillado cómo la luna, transformada en una pequeña bola de fuego, se perdía en el lejano y plateado litoral. “Lo más sorprendente —asegura— fue que giré la cabeza y, al otro lado, vi como salía el sol”. Esa mañana supo que iba a ser científico.
Una precisión: tengo doctorados de varias universidades, pero no de la UNI, la que reconoció mi doctordo en París y de la que soy profesor.