Primer diploma y primer contacto oficial con la electricidad en la Planta Siderúrgica de Chimbote

Buscando documentos pasados encontré mi primer diploma (a los 6 años) y mi primer contacto con la técnica (eletricidad).

Escuela «El Santa»

0000DSC07849El 24 de febrero de 1955, las manos de mamá Clarita toman las de Matías y, mirándolo a los ojos, le dice “Vamos a un lugar donde te daré el mejor regalo que podré darte”. Sorprendido y curioso, Matías parte de la mano de Clarita desde la última cuadra de la Av. Manuel Ruíz, cuesta abajo con dirección al mar.
– ¿Vamos a la playa? –pregunta Matías– mirando hacia arriba, buscando los ojos de Clarita.
– Vamos a un lugar muy bonito, donde te vas a jugar y aprender lo que siempre me preguntas –dijo sonriendo Clarita–. Podrás preguntar todas las cosas que se te ocurran.
Llegaron a la escuela “El Santa”. Ingresaron a la recepción.
– Vengo a matricular a Matías, por favor –dice Clarita, siempre sonriendo–.
– Pase, por acá por favor –responde la jovencita de la recepción, colocándose detrás de una máquina de escribir.
Matías se interesó en el esqueleto que estaba en una esquina de la sala, al punto que no siguió el hilo de la conversación.
– Listo, Matías. Estás matriculado en la Escuela “El Santa” –dijo mostrando gran satisfacción y alegría–. Ese es tu regalo por tu cumpleaños número 6, producto de los tres primeros números.
Ese mismo día, en el Hemisferio Norte, nacía un desafortunado niño cuyos padres decidieron entregar en adopción.
Un día de abril, el pequeño Matías suelta la mano de mamá Clarita y corriendo alegre ingresa al patio de la escuela “El Santa”. Contento y curioso mira hacia el salón con paredes llenos de dibujos coloridos y con mesitas y sillas dispuestas a recibir a los nuevos alumnos.
Le llamó la atención que la mayoría de los niños entraban llorando. La profesora Josefina Alvarado, una dama delgada y un rostro severo se dirige a Matías.
– Pareces es el más contento de los niños… –dice mostrando algo de sorpresa la profesora Alvarado– ¿te gusta la escuela?.
– Es el mejor regalo que me ha podido dar mamá Clarita –respondió contento Matías–.

Mi primera experiencia en un taller de electricidad de un complejo tecnológico
000DSC07850Mi mayor interés por la electricidad aumentó cuando hice prácticas en el taller eléctrico en planta siderúrgica de SOGESA. Es talvez la primera vez que sentí orgullo por ingresar a centro de tecnología. Mi primera prueba fue la de construir un transformador de 220 voltios de entrada a 3, 6, 12 y 24 voltios de salida. Tuve que hacerlo «de A a Z» con los materiales que sobraban y llegar a un acabado atractivo, que incluía un pintado «al duco». Cada día era el primero en llegar al taller para proseguir mi proyecto. Tuve que leer todo sobre el tema, para calcular el número de espiras del primario y secundario, el número del alambre y la forma del núcleo. Me llamó la atención el efecto de las invisibles líneas del campo magnético variable.

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