Se sabe que el irracional y hasta suicida uso de combustible fósil ha generado el cambio climático y aumentado los casos de cáncer en el mundo. Por ello, las potencias investigan intensamente las formas de uso de las energías renovables. Los países con economías extractivas de subsistencia (EES) esperan, para comprarles, que las economías basadas en el conocimiento (EBC) inventen instrumentos y equipos de permitan el uso de esas energías. De esa manera se perenniza la dependencia tecnológica y la pobreza de los países que se declaran incapaces de investigar.
El Perú, que es uno de los países que tiene el modelo EES, invirtió más de cien millones de dólares para que Argentina construyese el reactor nuclear RP-10. El sueño de los gestores del proyecto era que el Perú lograr generar energía electronuclear comprando reactores nucleares de potencia. Solo se quedó en sueño.
Hoy si el Perú quisiera dejar de ser un país con ESS debe empezar a inventar o mejorar los sistemas de generación y almacenamiento de energía. No se trata de comprar equipos o plantas energéticas para buscar cómo usarlo. El objetivo debe ser inventar y patentar dispositivos de interés comercial en el campo de la energía.
Tampoco se trata de crear otro instituto para añadirse a los desarticulados existentes. Lo que se necesita es transformar el Instituto Peruano de Energía Nuclear en el Instituto de Investigaciones Energéticas.
Hace décadas que los países avanzados han dado ese paso. Por ejemplo, la Comisión de Energía Atómica (CEA) de Francia se transformó en la Comisión de Energía Atómica y Energías Alternativas. El CEA se ha convertido en el organismo de investigación con el mayor número de patentes en Francia.
En Alemania, los institutos de investigación nuclear han eliminado la palabra nuclear y se dedican a la investigación energética, incluyendo la nuclear.
Esta propuesta la conoce el Ministerio de Energía y Minas, pero, como pasa normalmente en un país que ha perdido la esperanza de desarrollarse y se aferra a la EES, la ignora, esperando comprar lo que venga del extranjero, con lo que se obtenga de la extracción de recursos naturales.