Se describe el avance de la computación cuando el Estado empezó a despreciar la ciencia y la tecnología.
Electrónica: el salto tecnológico
Modesto Montoya
Suplemento dominical de «El Comercio», 30 de noviembre 1994
Es mejor enseñar a pescar que dar los peces, decía Confucio, el célebre filósofo chino. Hoy, dice Norbert W. Chien, gerente para América Latina de la Corporación Mentor Graphics, el software es la caña de pescar para la sociedad moderna. La tecnología del software, señala Chien, hace posible a cualquier individuo poseer el conocimiento de cómo están hechas las cosas y le brinda información analizada por expertos del mundo entero.
Dentro de la alta tecnología, la telefonía celular, las computadoras, los satélites, los televisores, las videograbadoras, las computadoras portátiles, los sistemas de control y automatismo, entre otras, tienen la base informática realizada por grandes empresas multinacionales, entre las cuales se encuentra la Mentor Graphics, la que está decidida a iniciar trabajos conjuntos con las universidades de San Marcos y de Ingeniería. El camino de la industria electrónica no es tan fácil como lo fue el de la explotación de los recursos naturales. Sin embargo, el desarrollo tecnológico mundial ha generado posibilidades de despegue para países con pocos recursos económicos. Como muestra de esta rápida evolución podemos recordar que antes de diseñar la primera supercomputadora fueron necesarios millones de dólares y un enorme grupo de investigadores. Hoy en día, con un software especializado EDA (Diseño Electrónico Automatizado) y unos cuantos ingenieros bien preparados se pueden hacer «maravillas».
El hardware actual es cada vez más poderoso y económico. El software también se enriquece. En realidad, el software es una especie de condensación de la inteligencia y conocimientos de brillantes ingenieros y científicos, puestos a disposición de ingenieros para avanzar más rápido. Es importante señalar que, actualmente, es imposible diseñar algo significativo sin un software especializado. No se puede competir con tantos especialistas expresados en el software. El tamaño físico de los circuitos, donde los transistores están medidos en micras (milésimas de milímetro) -y se van reduciendo cada vez más- impide que alguien pueda ensamblarlo transistor por transistor.
Otra dificultad proviene del hecho del gran número de transistores. Un millón de transistores ocupan un área similar a la que ocupa un botón. Así, el software especializado abre camino hacia la competencia mundial con amplias posibilidades de éxito. La tecnología desarrollada permite una fácil adaptación a las necesidades existentes. En esta realidad mundial, es preciso que nuestras universidades recuperen posiciones y establezcan las condiciones para poder subsistir y crecer el siglo XXI, usando las herramientas modernas.
Por ello, insistimos tanto en la necesidad del software de diseño, una de las pocas posibilidades para nuestro país, que cuenta con cerebros pero con pocos recursos económicos. Las materias primas son cosas del pasado y, en cierto modo, desde la época colonial, nos acostumbraron a vivir sin esfuerzo creativo. Hoy, esta fuerza creativa, concentrada principalmente en nuestra juventud, está lista para dar el salto tecnológico.
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