Ciencia y tecnología: la esperanza de 1990

Ciencia y tecnología: Esperanzas de cambio

Escribe Modesto Montoya

La República, 28 de julio de 1990

El gobierno entrante ha propuesto al país realizar un verdadero cambio y usar la tecnología para salir de la pobreza. Ello anima y hace pensar en cambios sustantivos en la política científico-tecnológica durante el período 90-95, aunque este cambio no constituya más que un paso inicial en el camino de desarrollo. Cabe citar a Hyung Sup Choi (Technological Forecasting and Social Change 33, 1988): “En el caso de Corea, tomó por lo menos 10 años, a partir de los primeros años 60, para construir las bases para la ciencia y la tecnología”. Mirándolo así, el gobierno entrante debe tomar los aspectos positivos desarrollados en este período para establecer las bases del desarrollo científico-tecnológico, sin preocuparse de réditos políticos.

En primer lugar, es necesario dotar a las instituciones de estructuras similares y de acuerdo con sus fines, dotadas de directorios representativos del Estado, de los sectores productivos, de las universidades y de los profesionales científico-tecnológicos. Esto estimularía una articulación efectiva entre dichos sectores. Cada instituto debe tener un presidente ejecutivo y un director técnico. Los órganos de líneas de investigación científica y tecnológica deben ser las columnas que sostengan las actividades fundamentales de cada instituto. Asimismo, en dichas estructuras, lo órganos de apoyo deberán ser realmente de apoyo y facilitarán las actividades de investigación y desarrollo.

Por otro lado, los cargos directivos deben ser ocupados por profesionales especialistas en las áreas de competencia, y deben definirse los niveles mínimos de carrera para ocupar dichos cargos (esto evitará las meteóricas carreras por favoritismo político u otro). Paralelamente, los niveles de carrera profesional más elevados deben ser equivalentes al más alto nivel directivo, para evitar las “carreras a cargo” de los investigadores.

Para facilitar la participación del mayor número de grupos de investigación en la explotación de instalaciones experimentales, éstas deben separarse de los órganos de línea, evitando así el conocido feudalismo. Cada grupo de cualquier institución podrá presentar su proyecto de experimento, el que será analizado por una comisión de explotación.

Para evitar el desorden salarial en las instituciones, debe dotarse de un plan de carrera único, en el cual se califique y remunere al investigador según su formación, su producción y su experiencia, disminuyendo aspectos subjetivos en los cuales la opinión del jefe adquiera una importancia desproporcionada.

El tratamiento salarial de los investigadores debe ser sustentado por una ley del investigador, aplicada por una institución nacional que puede ser el CONCYTEC. Los investigadores deberían ser remunerados por su institución y la diferencia con los niveles asignados por el plan de carrera será cubierta por el Estado.

Finalmente, hay que formar el sistema de ciencia y tecnología que coordine los esfuerzos de los diversos institutos, universidades e industrias y se optimice la utilización de la infraestructura instalada con la participación de los investigadores, que constituyen la verdadera riqueza del país.

No olvidemos la integración regional en tiempos en los que los países medianos se juntan para formar comunidades mirando al futuro de tecnología sofisticada.

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