Hablar de meritocracia en el Perú, sobre todo por los que la sepultaron, es burlarse de tantas generaciones que, para conocerla, tuvieron que partir a países donde se la respeta. Mi experiencia sobre el tema en Instituto Peruano de Energía Nuclear (IPEN), en los 80s y 90s, la he resumido en el libro “Los Secretos de Huarangal”.
Desde su fundación en 1975 hasta fines del siglo XX, la mayoría de los directivos del IPEN estaba constituida por militares.
Los militares no tienen las bases académicas como para comprender los modelos atómicos. El tipo de examen de admisión a las escuelas de cadetes poco tiene que ver con la física y las matemáticas. Pero ahí estaban de directores, dirigiendo proyectos nucleares.
Entre 1985 y 1990 el IPEN recibió una importante cantidad de militantes del partido en el Gobierno. En el año 1990 las autoridades decidieron pasar a plazo indeterminado a todos, menos a uno, al que tenía las mayores calificaciones académicas en temas nucleares.
Los resultados de esas políticas «meritocráticas» pueden ser constatadas en el Google académico, en la base de publicaciones Scopus o en Indecopi. Cero publicaciones (salvo alguna excepción) cero patentes.
El año 2001, Jaime Quijandría (a quién conocí porque organizábamos el Encuentro Científico Internacional en el auditorio de Petroperú) me pidió que dirigiera el IPEN. Desde año, el IPEN empezó a publicar. No hay secreto en ello. Se convocó a concurso plazas de investigadores a los que acudieron excelentes investigadores. Ver gestión IPEN 2001-2005.
El año 2006, regresó el mencionado partido al Gobierno. Ese año, el IPEN había ganado en las tres instancias un juicio contra la empresa que administraba la Planta de Irradiación de Alimentos. Esa empresa era propiedad de Genaro Delgado Parker, conocido amigo del presidente de entonces. El empresario inició un proceso de casación y nos sugirió conciliación. No aceptamos. A la semana, seguramente por coincidencia, fui destituido.
Años después, recibí una comunicación de la Contraloría General de la República, pidiéndome informe sobre mis acciones en la relación con la mencionada empresa. Lo hice. Nunca más recibí otro pedido al respecto. Sin embargo, los que nos sucedieron en la gestión la vieron más complicado.
Después de dejamos la gestión, los investigadores que levantaron la producción científica del IPEN renunciaron. Hoy, ellos ocupan altos cargos directivos en el mundo de la ciencia y la tecnología. Eso prueba que su calificación. El IPEN siguió el impulso inercial hasta el 2007. Luego empezó a decaer en su producción.
La prensa y los investigadores sobre la historia de la meritocracia que tanto hoy parece interesar podrían hacer un libro interminable sobre la meritocracia en el Perú. Pueden llegar hasta Carlos V, quién compró votos para ser elegido emperador de Europa.