Esa ciudad es la que menos entiendo y más me entusiasma, decía José María Arguedas de Chimbote. ¡Si ustedes la vieran! exclamaría tratando de mostrar la dificultad para describirla en “El Zorro de Arriba y el Zorro de Abajo”. Chimbote es hasta hoy incomprensible, no sólo porque la naturaleza modifica su aspecto continuamente, sino porque no se le ha dado una lógica de desarrollo. Los primeros años de Chimbote eran motivo de optimismo y esperanza. La siderurgia conectaba al Chimbote naciente con el mundo moderno. La pesca produjo una explosión de riqueza no imaginada para los sueños de los trabajadores inmigrantes.
José María Arguedas se retira definitivamente el año 1969, sugiriendo que su novela había sido inconclusa. Él había leído ya, en los muros de las empolvadas calles de Chimbote, las consignas pidiendo una universidad. Y es que en esa época se quería construir una ciudad moderna con la riqueza que convirtió a Chimbote en el Puerto Industrial del Perú y el Primer Puerto Pesquero del Mundo. En ese entonces, la universidad hubiera sido un elemento para la construcción de ese Chimbote moderno; habría sido un contrapeso a la degeneración moral organizada por los mismos que expoliaron esa riqueza.
En el año 1970 ocurre el terremoto que enlutó al Perú. Chimbote fue totalmente destruido, anunciando tiempos que hasta hoy siguen empeorando. Poco después de la catástrofe sísmica, llega la brusca disminución de la pesca en 1972. Esta situación se agrava con la existencia paralela de la industria privada y de la industria estatal; Pescaperú que se ha convertido en un motivo de conflicto, en el cual los chimbotanos fueron los perdedores. En 1975 empiezan los problemas de Siderperú con el estancamiento de sus ventas. La liberalización de las importaciones de productos siderúrgicos, a partir de 1980, agudiza el deterioro de Siderperú, parecía querer culminarse con el cierre de la empresa que es el pilar del desarrollo de Chimbote. Cuando se llega a Chimbote se observa un ambiente mezcla de destrucción y desafío. A pesar de su aspecto de ciudad destruida, Chimbote no ha perdido la esperanza. En ese sentido, los que hemos participado, en una u otra forma, de las esperanzas de ese Chimbote que vio nacer la riqueza pesquera y siderúrgica, nos sorprendemos de la creación de la Universidad del Santa. Nos sorprendemos no por la creación en sí misma, sino por lo tardía de ésta. Esa universidad debió ser la universidad de la construcción, la que debió formar a los jóvenes quienes hubieran defendido la supervivencia de nuestras industrias con la fuerza y convicción que pudo habernos dado el conocimiento cultivado en el corazón mismo de ese pueblo agredido y aguerrido. La Universidad del Santa no es, en ese sentido, la universidad de la construcción con la que soñábamos, sino la universidad de la reconstrucción que urge Chimbote.
Hola Modesto,
escribo para hacerte la barra!, y sigas adelante!, con mucho éxito en favor del pueblo peruano, sinceramente te felicito!
saludos a todos los amigos de revista eci, los de universidades e institutos y nuevos elementos!, sinceramente tienes abundancia de buenos elementos para toda clase de emprendimientos públicos, ONGs, público-privado, privados, profesionales solventes; estoy seguro que tienes una cantera mucho más abundante que muchos sectores de todo gobierno sea nacional, regional, local,
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Has notado que “Áncash” puede ser diminutivo de Íncacha, como Inquíta o Inca-chico, de Ínca su hermanito
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