Política Científica: Construyendo nuestro destino

Basado en artículo publicado «La República» el 19 de mayo de 1987

Los magros beneficios de nuestras actividades extractivas deben ser usados para preparar una infraestructura científico-tecnológica capaz de permitir salir de esta pendiente que nos conduce a una pobreza cada vez más agobiante.

Las consecuencias del abandono del esfuerzo científico no son secreto.  La distancia entre las potencias industriales en nuestros países se agranda como se agranda la miseria material de nuestros pueblos.  Mientras más se desarrollan las potencias, menos nos tocará en la “repartición” de los recursos naturales.  En lugares donde antes los pescadores artesanales recogían buenos frutos marinos, hoy llegan tremendos barcos, fábricas que absorben en un abrir y cerrar de ojos los peces que antes podían llegar a nuestras mesas. 

Por supuesto que nos alegramos cuando algunas materias primas adquieren un precio menos irrisorio, pero nos debe hacer pensar el hecho demostrado que, inevitablemente, en promedio nuestras materias primas bajarán.

Un colega decía hace poco -durante una ceremonia- que “los países colonizados ya no ven necesariamente desembarcar los soldados coloniales en las costas, sino que ven invadidos pacíficamente sus mercados de productos industriales en contra de los que no se puede por ahora competir”.  ¿Cómo defendernos, si nuestros medios científico-tecnológicos son tan precarios?

Sólo cambiando de actitud frente a la ciencia y tecnología tendremos posibilidades de no caer definitivamente en un abismo de dependencia.  Pero ese cambio no sólo debe corresponder a los gobernantes, sino debe operarse también en los profesionales de la ciencia y la tecnología.  Es cierto que no se nos da los medios materiales para avanzar, pero también es cierto que no nos deshacemos de esa mentalidad feudal que nos hace crear muros alrededor de nuestros incompletos instrumentos los que podrán ser complementarios con los del colega vecino.

Existen instituciones científicas completamente desligadas entre sí, cuando bien podrían colaborar y producir algo positivo en vez de vegetar por falta de medios.  Aquellos esfuerzos con medios limitados son perdidos, cuando deseamos algún apoyo no dudamos ningún instante en recurrir a la “ayuda externa” cuando con un esfuerzo nacional puede lograrse buenos resultados.

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