Hasta mediados del siglo XX, las guerras eran provocadas por el deseo de dominar territorios con abundantes recursos naturales. La segunda guerra mundial mostró que, más que materias primas, el conocimiento científico tecnológico será determinante en la evolución de la competencia mundial por la riqueza. Ello fue demostrado de manera contundente con la construcción de la bomba atómica en Estados Unidos por científicos que por la guerra emigraron de Europa.
Comprendiendo el valor del conocimiento, Estados Unidos inició una estrategia de atracción de talentos de todo el mundo. El científico alemán Werner von Braun fue llevado a ese país y se le brindó todas las facilidades para iniciar el proyecto espacial que llevó el primer hombre a la Luna.
Estados Unidos se convirtió en un polo de atracción para los investigadores de las diversas disciplinas. Los inventos que se generaron de la investigación convirtieron a ese país en la primera potencia tecnológica, comercial y militar.
En los años 70, el uso de patentes sin respetar los derechos de los inventores generó el surgimiento de países exportadores de productos tecnológicos a bajos precios. Ante ello, las empresas afectadas promovieron negociaciones internacionales tendientes a evitar esa competencia desleal.
En 1989 el economista inglés John Williamson propone una serie de recomendaciones dirigidas a los países en desarrollo, la que constituyeron lo que se denominó el “Consenso de Washington”. Entre estas recomendaciones están la liberalización del comercio y de la inversión internacional, así como la privatización de empresas estatales.
Según las recomendaciones, los países en desarrollo tendrían que facilitar el acceso a sus recursos naturales para importar productos con alto valor agregado. Ello trajo como resultado el abandono de políticas industriales y agrícolas.
El Perú fue uno de los países que se siguió con mayor apego a las recomendaciones del “Consenso de Washington. La mayor evidencia se dio el año 1992: se eliminó el Instituto Nacional de Investigación Tecnológica y Normas Técnicas (ITINTEC), dedicado a la investigación industrial y se creó el Instituto Nacional de Defensa de la Competencia y de la Protección de la Propiedad Intelectual (INDECOPI), creado básicamente para proteger las patentes que en casi su totalidad eran del hemisferio Norte. Para hacer más explícita la decisión, INDECOPI fue instalado en el local del eliminado ITINTEC.
Siguiendo las mencionadas recomendaciones, los gobiernos prácticamente abandonaron la educación pública y de los institutos públicos de investigación. Como consecuencia, el Perú no tiene los recursos para defenderse adecuadamente de problemas que demandan conocimiento tecnológico. Esta realidad fue dramáticamente demostrada durante la pandemia de la COVID 19.
¿Puede un país mediano, periférico, heterogéneo, desarticulado estructuralmente, con pocas universidades de buen nivel, y masa crítica escasa en el campo científico, convertirse en país industrial en 5 anos?
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No, la respuesta esta en la pregunta, tiene que traer buena masa cerebral del extranjero tal como lo hacen todos los paises desarrollados del mundo, asi lo hizo Estados Unidos en la segunda guerra mundial.
Nos preocupamos en traer el mejor entrenador para el futbol y le pagamos bien como al Sr. Gareca y se le paga muy bien, pero no nos interesa por traer los mejores cientificos para las universidades del Peru, y si vienen, no se le paga y al final todos se van, jalando a los mejores cerebros.
El Peru tiene todos los recursos.
En la abundancia de agua el tonto tiene sed. (Dicho árabe)
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